lunes, 28 de marzo de 2011

Los Campos de Golf, Sistemas Agrícolas Sostenibles

Un green no tiene por qué ligarse a un proyecto urbanístico para ser rentable; el riego de su césped ya le otorga plusvalía al suelo

ABC 22/03/2011
Los campos de golf pueden convivir con las prácticas agrícolas. «En España, la rentabilidad económica ha propiciado la sustitución de unos cultivos frente a otros. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, el cáñamo y la morera dejaron paso a los naranjos a finales del siglo XIX», recoge en su libro «El swing del agua» Francisco Javier García Ircio.
Una hectárea (ha) de golf genera beneficios entre 15-30 veces superiores a los obtenidos por el maíz o la avena. Además, los greens ocupan un 0,51% de la superficie de regadío existente en nuestro país: el 0,06% de la extensión agraria útil, según los datos recabados por el autor.

Paradojas

«La agricultura ecológica nos ofrece productos sin fitosanitarios. Sin embargo, no supone ninguna limitación a la hora de usar el agua eficientemente. Tampoco hay obligación de que quien riegue sea un técnico cualificado, de que se emplee agua depurada o de que se mida la evapotranspiración (ET)», subraya García Ircio.
El cálculo de la ET, es difícil; en sus fórmulas se incluyen factores tan variables como la temperatura, la humedad relativa, el viento o el agua disponible en el suelo. Los profesionales encargados del mantenimiento de los campos de golf, no obstante, disponen de avanzados programas informáticos; pueden variar el caudal y la longitud de arco de cada aspersor en función de los requerimientos hídricos de las distintas zonas. Algunas de ellas cuentan con drenajes capaces de llevar el agua sobrante (del riego o de las lluvias) a los lagos interconectados, que la inyectan de nuevo en el sistema. Las áreas de transición, además, albergan especies vegetales de estación cálida (Cynodon, Paspalum o Zoysia) que requieren poco suministro acuático.
«Una ha de golf gasta 6.000 m3 de agua; una de lechuga iceberg, 8.400 m3 y una de alfalfa, 14.000 m3», estima Ignacio Morell Evangelista, Catedrático de Hidrogeología de la Universitat Jaume I.

Cortafuegos

La mayoría de campos de golf españoles se abastecen con agua reciclada, lo que reduce la adquisición de abonos químicos, dado que gran parte de las sales disueltas sirven para alimentar a la planta y al resto de microorganismos presentes en el suelo. Ciertos campos de golf, incluso, poseen sus propias depuradoras; circunstancia de la que se aprovechan los lugares donde éstas se instalan: el impacto ambiental de las aguas residuales de los municipios disminuye. El agua almacenada en los lagos, además, se oxigena mediante corrientes leves y continuas para evitar la eutrofización. El sistema radicular que crea el césped evita, también, la erosión del terreno, aumentando su riqueza y recargando e impidiendo la contaminación de los acuíferos.
Los ecologistas, en cambio, observan su construcción y conservación desde el prisma opuesto: urbanización del medio rural y natural, pérdida de conectores biológicos, exterminio de la biodiversidad, amenaza para el desarrollo de un auténtico turismo sostenible…. Por ello, insisten en constreñir a los campos de golf a pequeñas demarcaciones. Tal coyuntura perjudica al juego y al medio ambiente. Los greens fijan el CO2, absorben las partículas sólidas del aire y el dióxido de azufre que generan, por ejemplo, las centrales eléctricas, incrementan la presencia de avifauna, aminoran el ruido de los vehículos, los aviones y las actividades industriales y actúan como cortafuegos.

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